Después de poco más de siete años que asumiera como senadora, y comenzara automáticamente a muñirse de una cuestionable inmunidad parlamentaria, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, fue condenada el 6 de diciembre de 2022, en la denominada Causa Vialidad, por los jueces del TOF2 Andrés Basso, (votó en disidencia a favor de asociación ilícita como habían tipificado el delito los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola) Jorge Gorini y Rodrigo Giménez Uriburu, a la pena de seis años de prisión, inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, accesorias legales y las costas del proceso, por considerarla autora penalmente responsable del delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.

El fallo judicial que fue definido como histórico, comenzó a investigarse el 12 de noviembre de 2008, cuando Elisa Carrió y los diputados que la acompañaban en la Coalición Cívica-ARI presentaron una denuncia en los tribunales federales de Comodoro Py. La denuncia llevaba la firma de Carrió y de Adrián Pérez, Héctor Flores, Elisa Carca, Patricia Bullrich, Fernanda Gil Lozano, Fernanda Reyes, Fernando Iglesias, Elsa Siria Quiroz, Susana García, Fernando Sánchez y Juan Carlos Roldán.
El caso le tocó por sorteo al juzgado federal a cargo de Julián Ercolini, que en aquel año estaba de turno, junto a la fiscalía que encabezaba Gerardo Pollicita.
El fiscal impulsó la acción penal el 22 de diciembre de ese lejano 2008. Es decir que abrió una investigación judicial en la que uno de los imputados era Néstor Kirchner, el poderoso ex presidente de la Nación, conductor político del Frente para la Victoria y esposo de quien por aquel entonces ocupaba el sillón de Rivadavia”.
Verbigracia, Cristina Kirchner, actualmente vicepresidente condenada, tiene el triste privilegio de haber sido la primera presidente argentina investigada durante el ejercicio de sus funciones.
La exigua pena recibida por Cristina Kirchner- cabe aclarar que es la máxima contemplada por fraude a la administración pública- invita a reflexionar sobre el código penal argentino. Es inadmisible que el castigo contemplado por delitos de otra envergadura, igualen o superen al recibido por la viuda de Kirchner. El descomunal latrocinio demostrado, (faltan probar otros), produjo un daño al país, me atrevo a afirmar, sin demasiados precedentes mundiales.
Lo recién expresado demuestra sin ambages que la corporación política se protege a sí misma y evita o rechaza el incremento de penas para los delitos que cometen. Prueba irrefutable de esta aseveración es el penoso comunicado de la Liga de Gobernadores que difundió la agencia de noticias estatal Telam a través de Axel Kicillof: «La condena a Cristina es un hecho que atenta contra la democracia»
El comunicado de la Liga de Gobernadores sí es un agravio a la democracia y división de poderes de la República. Invocan a la defensa de la democracia quienes la agreden constantemente. La mayoría de los firmantes no resistiría investigaciones judiciales independientes que juzguen el desempeño de sus funciones.
Otros corifeos de la casta política (término, empleado en los mismos parámetros en los que lo usa la nueva formación política española, fue utilizado con profusión desde el siglo XIX) se unieron para expresar su solidaridad con la condenada Cristina Kirchner.
El voluble presidente Alberto Fernández, quien se cansó de vituperar a Cristina Kirchner antes de su espurio pacto con ella, que le permitió ganar las elecciones, escribió en su Twittter:»Se de su inocencia».
A propósito de los comicios, gran parte del electorado independiente que castigó a la política económica del macrismo y votó a la fórmula ganadora, debiera hacer un mea culpa, sabiendo que elegían a ladrones.
En un acto de verdadera contrición, deberían reflexionar sobre recientes declaraciones del senador cordobés del PRO Luis Juez quien afirmó recientemente que los argentinos son «un pueblo de mierda» porque le exigen más a los jugadores de la Selección de fútbol que a la dirigencia política. «Estamos predispuestos a hacer quilombo si nos quedamos afuera del Mundial. Ahora, te roban un país, te saquean la educación, te roban el futuro de tus hijos y no nos movemos de casa. Así somos los argentinos», se quejó el senador en una entrevista en La Nación.
La sentencia del tribunal que condenó a Cristina Kirchner, naturalmente será apelada por las partes. Los valientes fiscales Luciani y Mola que soportaron presiones y amenazas, lo harán con la convicción que han demostrado a través de exhaustivas investigaciones y sobradas pruebas, que hubo una asociación ilícita comandada por la actual vicepresidente. Por su parte la defensa insistirá en alegatos políticos, lawfare (el primero en utilizarlo fue el Papa Francisco) y no jurídicos como lo hicieron a lo largo del proceso.
Se avecinan tiempos difíciles para el país. El incremento de la pobreza y la indigencia llega a grados paroxísticos. Mientras tanto dirigentes sindicales y políticos viven en la opulencia. El gobierno se avizora que apostará al caos para aferrarse al poder. La institucionalidad está en riesgo. Los planes sociales, cada vez más insuficientes, son una herramienta para mantener el clientelismo y perpetuar la pobreza.
Párrafo especial merecen numerosos periodistas independientes que se atrevieron a denunciar escandalosos hechos de corrupción que posibilitaron el accionar de la justicia. Mi repudio al periodismo mercenario teñido de ideología.
Generan esperanza, dirigentes opositores como Carrió que sufrieron denostaciones y amenazas permanentes.
A propósito de la líder de la Coalición Cívica ARI, ésta destacó en su Twitter a su jefa de investigación Paula Oliveto, “porque investigaron desde el año 2004 y concretamos la denuncia en el año 2008”.
Para aquellos que les dejó un sabor algo amargo la condena tan acotada, les queda esperar que se sumen otras por otros juicios como el de los Cuadernos sin fecha de inicio. En rigor a la verdad, aunque la sumatoria incrementase la pena a cumplir, es altamente improbable que Cristina por diferentes motivos pase un solo día en prisión. Lo único que sufrirá es el escarnio y daño a su ego.
Para el país debería servir como un símbolo para terminar con el kirchnerismo y la corrupción e impunidad de los políticos y sindicalistas.
Como dice un proverbio chino, para hacer un camino de mil kilómetros, se empieza con el primer paso.